Un padre para recordar: ALBERTO A.CHENÚ, en palabras de su hija Karina (*)


Mi papá fue un guerrero, de esos que mirándolo a los ojos te dabas cuenta que había perdido, sufrido, y aún así, seguía adelante. 
Tuvo grandes batallas, algunas ganadas otras perdidas, cicatrices, huellas imborrables. Pero su pecho en alto. Cada marca, lo embellecía aún más. 
Era un hombre de los de antes, de grandes valores, generoso, solidario, honesto, transparente, de palabra, simple. 
Él iba a su tiempo. Tiempo que era sagrado. Y que nos enseñó a respetar y hoy en día trato de aplicar. 
Nos enseñó desde chicos a Agradecer: el plato de comida. La familia. Lo que teníamos. 
Me enseñó a encontrar paz en el silencio, la calma. A parar y mirar en perspectiva cada logro. 
Mi papá me dió alas, y me dejó volar. Sabiendo que podía equivocarme y de hecho me equivocaba, y ahí estaba él, Siempre. 
Mi papá me enseñó a respetar al otro, en su totalidad. A hablar y dejar siempre las cosas en claro, a tiempo. 
Mi papá dedicó su vida a nosotros, a criarnos, con las herramientas que tenía. Y así fue que se le fue la vida.. Pero él sentía orgullo de sus hijos.. Había criado robles fuertes y leonas.. Eso decía él. 
Se fue pronto... Me quedaron pendientes unos mates y algunas charlas más.. Y un abrazo de esos que eran más que un simple abrazo.. Un abrazo sanador, lleno de amor. 
Hoy puedo dar las gracias por el padre que tuve y el Gran ejemplo que fue su vida para mí. Gracias infinitas por tanto aprendizaje y por ser mi maestro.
Es un gran orgullo ser su hija. 
GRACIAS.



(*) Y fotografías de Juan Andrés Fernández

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