Hernán Genovese, lechuceando a la distancia

Tengo pendiente el libro “El hombre de la Bahía del Pájaro Carpintero”; “El último confín de la Tierra” es excelente; cada capítulo logra atrapar al lector.

A propósito, leyendo a Martín Gusinde en su obra “Los Indios de Tierra del Fuego. Los Selk’nam”, encuentro interesantes referencias sobre el pájaro carpintero, las lechuzas y los murciélagos en vinculación con la superstición. Dichas menciones que a continuación copio, aparecen en la Cuarta Parte del libro: El mundo espiritual de los Selk’nam (C. Creencia en espíritus y superstición, b. Superstición e interpretación de sueños, 1. El animal en la superstición). Dice Gusinde:

“El pájaro carpintero grande, el pinzón y el trepador son considerados como ‘espías del guanaco’. Cuando un cazador se acerca sigilosamente, el guanaco es advertido por estos mensajeros suyos, y escapa rápidamente”.

“Al igual que para la mayoría de la humanidad, el murciélago también es para nuestros indígenas un mensajero de la desgracia. Dicen que si durante el día alguien encuentra un murciélago dormido o muerto – no importa si ello ocurre en campo abierto, en el bosque, o antes su choza -, pronto morirá una persona de su parentesco. Esto sólo sucede si se encuentra al animal en pleno día. Pero si durante la noche un murciélago revolotea mucho tiempo alrededor de la choza, con aleteo temeroso y chillidos insistentes, anuncia que alguien de la familia de los habitantes de esta choza pronto enfermará o morirá”.

“Frente a toda la familia de las lechuzas, los indígenas muestran cierto respeto y, al mismo tiempo, familiaridad. Nadie demuestra tener miedo o temor a estos animales, a pesar de que son transmisores de noticias infaustas y ponen a todo el mundo sobre aviso, para que pueda huir de la desgracia. Los selk’nam nunca matan al búho ni al autillo, pues ellos fueron en otro tiempo personalidades importantes. Durante el día, en cambio, van tras otras especies de lechuza, si se da la oportunidad. Pero no asignan valor alguno al botín, ‘pues esas aves tienen muy poca carne’. Sus plumas son aprovechadas por los hechiceros como adorno de cabeza. Una lechuza que hace sus giros durante la noche está a salvo, pues nadie se atreve a cazarla” (Gusinde, Martín: “Los Indios de Tierra del Fuego, Los Selk’nam. Tomo I. Vol. II”, Centro Argentino de Etnología Americana, Bs. As., 1990).

Esto fue escrito por Hernán el 26 de mayo de 2015, y en los últimos días ha tomado estado público el tema de los murciélagos fueginos.

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