Asi llegaban las primeras familias indígenas a la Misión de Nuestra Señora de La Candelaria.



En Carta del Padre Beauvoir a Fagnano, su superior, se dice: Al amanecer vimos descender de las alturas del río una interminable columna de gente, cubierta con pieles de guanaco y seguida de una infinidad de perros…se acercaron á la orilla, y, apenas el reflujo del mar se lo permitió, pasaron á nuestra orilla. Los mayores ayudaban á los pequeños, y las mujeres á más de llevar á los niños, venían cargadas con pequeños bastoncitos, pieles, cuerdas de cuero, cubos de corteza, canastillos, piedras para las flechas y con yesca para el fuego, etc., etc. Colocaron sus tiendas á nuestro alrededor.
A las dós de la tarde todos habían ya pasado el río, y habían depositado sus utensilios sobre nuestra orilla. Se presentaron en nuestra casita tan sucios y llenos de fango que daban asco. Distribuimos una manta á cada uno de los mayores y media á los menores; después pasamos á la galleta, á los confites y á otras golosinas, que eran recibidas y comidas con signos de alegría y de reconocimiento. En honor de estos pobres salvajes  debo decir que en general los hombres llevan una sola piel de guanaco sobre los lomos, pero las mujeres y las niñas van cubiertas desde el cuello hasta los pies, de modo que servirían de ejemplo á ciertas personas esclavas de la moda.
Recibidos estos regalos, las mujeres fueron á levantar sus tiendas á unos doscientos metros de nuestra casa, y los hombres se desbandaron.
Estando siempre alguno de nosotros haciendo de guardia, les dejábamos entrar en casa, haciéndoles comprender que debían respetarlo todo, y se mostraron muy dóciles á nuestras indicaciones.


Un testimonio de ese encuentro entre dos culturas:

A las cinco sentimos un grito, y en un momento todos los hombres se retiraron á sus tiendas, donde las mujeres habían encendido el fuego, del que se alzaban columnas de humo. ¿Qué había sucedido?- Pregunté al indio Copello  y me respondió que por el norte se veían venir á otros Indios (del cabo Sunday, á unas 11 millas de distancia) y que por lo tanto ellos se debían preparar para la defensa. En efecto, preparados los arcos y flechas, salieron de sus tiendas y se dirigieron hácia aquella parte; como unos doce formaron la vanguardia, y el cuerpo, compuesto de unos cuarenta, se detuvo á poca distancia de las tiendas.
Poco después llegaban algunos Indios seguidos de otros muchos; todos traían consigo á sus familias, sus utensilios y sus perros. Después de algunas reverencias de ambas partes, la vanguardia les dirigió la palabra y parece les respondieron amigablemente; el hecho es, que sin demostración alguna hostil, los dejaron venir á nuestra casa, donde recibieron los acostumbrados regalos,  y se retiraron con signos de alegría á levantar sus tiendas á cincuenta metros distantes de las de los otros.
Este fue para nosotros un verdadero día de fiesta: al anochecer hicimos cocer dos grandes calderas de carne y judías, que distribuidas á nuestros huéspedes, las devoraron con gran satisfacción.

Era el 13 de abril de 1894


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