EVOCACIONES****3 de enero de 1833. Un día como el de hoy se produjo la usurpación británica de nuestras islas Malvinas.



El comandante de la Sarandí, don José María Pinedo, a la cabeza de sus hombres ayudados por algunos balleneros franceses, estaba ocupado en capturar a estos bandidos  que se había diseminado en la isla, cuando la entrada en el puerto de la corbeta Clío, ostentando pabellón inglés, lo sorprendió en tan triste tarea.

Se comprende, sin dificultad, que este estado de la administración colonial no era propio para realzar su prestigio. El comandante Pinedo no dejó de enviar, inmediatamente, al comandante inglés, dos oficiales portadores de sus cumplidos y sus ofrecimientos de servicios. El comandante Onslow, muy correcto, agradeció, anunciando que consideraba un deber la retribución, sin tardanza, de la cortesía. Subió, en efecto, el mismo día, a bordo de la Sarandí, llevando estos aguinaldos (era el 1º de enero de 1833): tenía orden de tomar posesión de las islas Falkland, en nombre de Su Majestad Británica y de enarbolar allí el pabellón inglés; concedía al comandante Pinedo, por consiguiente, veinticuatro horas para arriar la bandera argentina y preparar el embarco de la guarnición, con armas bagajes, en el navío que la llevaría a Buenos Aires…
Es inútil pintar la impresión de los oficiales argentinos; no insistimos sobre una situación vuelta más penosa todavía por la triste labor en que la llegada de los ingleses los había sorprendido. A las inútiles protestas de Pinedo, (“atentado inaudito, en plena paz, naciones amigas, etc.”), Onslow, cortés –frío y pulido como un hielo- se limitó a responder, yéndose, que tendría el honor de transmitir sus instrucciones por escrito al día siguiente. El comandante Pinedo recibió, en efecto, la nota que sigue:
“A bordo de la Corbeta de S.M.B. Clío
Berkley Sound, 2 de enero de 1833

Debo informaros que he recibido órdenes de S.E. el Comandante en Jefe de las fuerzas navales de S.M.B., fondeadas en América del Sur, para hacer efectivo el derecho de soberanía de S.M.B. sobre las islas Falkland. Siendo mi intención izar mañana el pabellón de la Gran Bretaña en el territorio, os pido tengáis a bien arriar el vuestro y retirar vuestras fuerzas con todos los objetos pertenecientes a vuestro gobierno. Soy, Señor, vuestro muy humilde y muy obediente servidor.

J. F. Onslow
A.S.E. el Comandante de las fuerzas de Buenos Aires en Puerto Luis, Berkeley Sound”.

Tras la usurpación, el comandante de la Clío confía la custodia de la bandera inglesa al irlandés Dickson


La desproporción de las fuerzas era tal, que toda resistencia seria, pudiendo costar la vida a un solo hombre, hubiese sido una locura, acaso culpable.. La bandera argentina, que Pinedo rehusó tocar, fue remitida a bordo de la Sarandí por un oficial inglés y, el 3 de enero, el comandante de la Clío tomó posesión de Puerto Soledad con las ceremonias ordinarias. El 5, la Sarandí (Pinedo había delegado en un cierto Juan Simón, dependiente de Vernet, el comando provisional de Puerto Soledad) volvió a encaminarse a  Buenos Aires donde arribó el 15. Por su parte, la corbeta inglesa no prolongó su estadía. No teniendo otras órdenes, el comandante de la Clío se hizo a la vela sin dejar autoridades en Puerto Luis, después de haber confiado la custodia de la bandera al irlandés Dickson.

Desde Buenos Aires se denuncia inmediatamente la usurpación inglesa


En Buenos Aires, la emoción fue profunda y duradera. El mismo día de la llegada de la Sarandí (15 de enero), el ministro Maza denunció la escandalosa usurpación ante el encargado de Negocios británico quien, la mano sobre el corazón, afirmó no saber nada; pero se declaró dispuesto a llevar el asunto a conocimiento de su gobierno (!)

Siguen las protestas del gobierno ante la usurpación


Algunos días después, el doctor Maza depositaba una protesta en forma en manos de dicho encargado de Negocios (Phillip Gore) y luego se ocupaba en redactar las instrucciones destinadas al ministro plenipotenciario en Londres, don Manuel Moreno, encargado de llevar las reclamaciones del gobierno argentino ante el de la Gran Bretaña. En Londres, efectivamente, el asunto iba a empezar y, después de un simulacro de discusión, terminar allá también con un rechazo cortés y obstinado.

Manuel Moreno presenta una protesta en Londres el 17 de junio de 1833



Antes de tres meses, en efecto,  Moreno se había posesionado del asunto, como diplomático y abogado, es decir, sin crítica muy aguda ni conocimiento directo de la historia. Gracias a la correspondencia oficial española y a los State Papers publicados en 1771 y recurriendo para los descubrimientos marítimos al excelente resumen de De Broses y a una noticia de Bougainville, y también, naturalmente, de los tratados clásicos de Batel, Günther, De Martens, etc. para la “doctrina” y la enérgica terminología jurídicolatina, el enviado de las Provincias Unidas pudo, el 17 de junio de 1833, depositar en el Foreign Office, en manos del Subsecretario de Estado –que la remitió a lord Palmerston- la protesta de su gobierno bajo la forma de una exposición muy nutrida de hechos recientes, como también de razones histórica que los hacían condenables en su forma, y en el fondo, nulos e innocuos.

En la imagen: Malvinas, unida desde el pie.  

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