EVOCACIONES*** Septiembre 25, de 1894. De salvajes convertidos a artistas..

Escribe desde Puntarenas ,  Maggiorino Borgtello a Don Rúa, sucesor de Don Bosco.

El día 10 de los corrientes fue á la Misión de San Rafael, isla Dawson, para colocar en aquella iglesia, con la debida autorización el Vía Crucis que faltaba. Noté grandes progresos.
Hallé ya construido un hermoso muelle de unos treinta metros de largo y muy fuerte, por lo que al desembarcar no nos hemos de mojar los pies como antes. Desde el muelle una larga y derecha calle conduce á la elegante iglesia, capaz de algunos centenares de personas, con su conveniente coro y ahora su Vía Crucis. Una gran cruz, levantada en medio de la amplia plaza de la iglesia, parece quiera abrazar toda la gran colonia, la que va de día en día aumentando sus edificios para los nuevos civilizados. La iglesia, la casa de los misioneros y de las Hijas de María Auxiliadora, se hallan ya circundadas de hermosos edificios para las escuelas, los talleres y dormitorios de los niños y de las niñas, y hasta para las viudas. Además, la escuela de música, el hospital, la panadería, el matadero, y, poco distante del muelle, se hallan algunos grupos de casas simétricas que forman calles derechas, donde ya habitan varias familias de indígenas. Distante de las casas y á la otra parte del río se halla el cementerio. Los indios acogidos en la colonia son muchos más; y deleita el ver lo bien educados que se muestran. A mi llegada, vinieron muchos á darme la bienvenida, á saludarme y preguntar por los otros Misioneros de Puntarenas, á agasajarme y darme la mano como á un íntimo amigo. Alegra sobremanera el ver á estos indios, tan groseros en la apariencia usar modos tan gentiles y expresar bastante bien sus sentimientos en español, á pesar del poco tiempo que hace que se hallan en la colonia. Dios visiblemente bendice esta Misión, y da grande incremento á las fatigas de los pobres Salesianos.


Al volver á Puntarenas, traje conmigo los niños indios de la escuela de música, que vinieron á alegrar con sus instrumentos las fiestas patrias que se celebraron los días 17, 18, y 19 de los corrientes. Apenas han pasado siete meses desde que tomaron el instrumento y ya lo manejan con grande maestría. Tocaron varios trozos de música religiosa en la iglesia durante las sagradas funciones; y otros durante la distribución de premios á los niños de las escuelas y dieron todos los tres días gran concierto en la plaza que arrancaron entusiastas aplausos y excitaron en todos grande maravilla. ¿Quién habría dicho, tres años hace, cuando estos jóvenes salvajes descendían de los montes que en tan breve tiempo serían tan expertos artistas? Parece un sueño; y no obstante es una realidad tan cierta y segura, que, mientras llena el corazón del Misionero de inexpresable consuelo causa grande admiración á cuantos creían que era imposible la civilización de los salvajes fueguinos.
Estos amados indios de la isla Dawson, en los pocos días que estuvieron entre nosotros, nos edificaron grandemente con su devota compostura en las sagradas funciones. A más de uno de estos habitantes arrancaron lágrimas de consuelo con el angélico recogimiento con que se acercaban á recibir la santa Comunión, y con la precisión con que servían la santa Misa, vestidos de sotana y roquete como tantos monaguillos.
¡Oh amados fueguinos, vuestras oraciones tan bien hechas, son aceptas al trono de Dios, sí, y cada día descienden las divinas misericordias sobre esta vuestra tierra y sobre vuestros infelices hermanos! Pocos días hace, nos entregaron otros nueve indios procedentes del canal Schmid, que irán con vosotros á aumentar la población de la isla Dawson; quiera el Señor conceder esta gracia á todos vuestros hermanos errantes por estas playas.
Antes de que estos valientes músicos volvieran á la isla Dawson, les fotografiamos, y su retrato se le mando, Reverendísimo Señor Don Rúa, para que pueda conocer á estos nuestros amados indios convertidos en artistas. Bendíganos, amado padre, á nosotros, á nuestros salvajes, á nuestros salvajes, á nuestras misiones: encomiéndenos al Señor todos los días en el santo Sacrificio de la Misa, y encomiende en modo especial al que le escribe, que tiene el honor de profesarse su
Devoto y obligadísimo hijo

MAGGIORINO BORGATELLO, Pbro.


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