EVOCACIONES *12 de junio de 2010. Fallece Anne Chapman.


Nacida en 1922 en Los Ángeles; en los años 40 marchó a México formando parte de la primera generación de egresados de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, habiendo recibido cátedra de maestros como Paul Kirchhoff, Wigberto Jiménez Moreno, Alfonso Villa Rojas y Miguel Covarrubias. El Doctorado lo haría en la Universidad de Columbia, Nueva York.
A partir de 1955 realizó trabajos de campo con los tolupanes en la Montaña de la Flor y posteriormente con los lencas ambos de Honduras, reflejando su trabajo en las obras publicadas en 1985: “Los Hijos del Copal y la Candela. Ritos Agrarios y Tradición Oral de los Lencas de Honduras” y “Los Hijos de la Muerte", respectivamente.


Hacia fines de 1964 viene a Tierra del Fuego, en la Patagonia austral, formando parte de la "Mision Archeologique Française au Chili Austral", bajo la dirección de la arqueóloga Annette Laming-Emperaire.

Se iniciaron así sus trabajos de campo con los últimos sobrevivientes selknam de Tierra del Fuego, especialmente con Lola Kiepja quién vivía en una reserva indígena cercana al Lago Fagnano. Lola había nacido alrededor del año 1880, cuando todavía los selknam hacían vida tribal, y conservaba la memoria de su pueblo. Angela Loij fue otra de las mujeres selknam con las que trabajó y compartió su amistad, “ella me dio la llave para entrar en el recinto secreto del Hain”. Anne Chapman centraba su análisis en la función social del Hain en el sentido de la domesticación de la mujer en una sociedad patriarcal.

En 1985, empezó a trabajar con las últimas cuatro personas (mujeres) que hablaban el idioma yagan, en el sector chileno de Tierra del Fuego.

Ha publicado artículos especializados en revistas de Antropología.

Entre sus libros publicados, se destacan:

“Drama y Poder en una sociedad de cazadores: los Selk´nam de Tierra del Fuego” (1981)
“La Isla de los Estados en la prehistoria: Primeros datos arqueológicos” (1987)
“El Fin de un Mundo: Los Selk’nam de Tierra del Fuego” (1990)
“Cabo de Hornos 1882-1883: reencuentro con los indios Yahgan" (1995)
" El fenómeno de la canoa yagán" (2006)
“Darwin in Tierra del Fuego”
“Lom: amor y venganza, mitos de los yámana”




Además de la obra escrita, Chapman dejó como legado documentales, fotografías y discos que recuperan los rostros, así como los rezos, cantos, mitos y otros géneros de la tradición oral de las etnias que estudió, en éstos, como ella mismo dijo: “Si los jóvenes quisieran volver los ojos hacia el pasado de sus mayores, podrían encontrar sus voces y su memoria”.

Falleció en Francia el 12 de junio de 2.010.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Mingo!

En el libro “A hacha, cuña y golpe. Recuerdos de pobladores de Río Grande” (1995), el capítulo “Recordando a Lola Kiepja” toma las palabras de Anne Chapman en “El fin de un mundo. Los Selk’nam de Tierra del Fuego” (Vázquez Mancini Editores, Bs. As., 1990). De allí, acerco los siguientes pasajes:

“A fines de invierno de 1966 en Tierra del Fuego, Argentina, murió Kiepja, mejor conocida por Lola. Su grupo es llamado ona aunque selk’nam es el verdadero nombre (...). Tenía aproximadamente noventa años cuando murió (...). La conocí (a Lola Kipeja) a fines de 1964. En esta temporada yo estaba con una misión arqueológica francesa en la parte chilena de la Isla (La Mission Archeólogique Francaise au Chili Austral cuyo jefe era la Dra. Annette Laming-Emperaire). Lola vivía en la reserva indígena ubicada cerca del Lago Fagnano del lado argentino, donde fuimos a pasar la Navidad. Como etnóloga, deseaba conocerla y me sentí aliviada al descubrir que el primer contacto era fácil. Casi en seguida que nos conocimos, me cantó una canción fúnebre por la muerte de su madre. Al día siguiente volví, y tiempo después regresé para pasar tres semanas con ella y su amiga Ángela Loij que también era selk’nam, en Río Grande (un pueblo en la costa norte). Con la ayuda de Ángela como intérprete, me di cuenta que Lola poseía un gran conocimiento de su cultura (...). Durante esas semanas grabamos muchos cantos (...). Le encantaba (a Lola) grabar su voz en “la máquina”. Uno de los cantos que más nos gustaba era el del viejo guanaco: “Ra ra ra ra ra”, cantaba Lola imitando el marré, el viejo guanaco. Invariablemente, Lola insistía en que yo rebobinara la cinta del grabador cuando terminaba de cantar, para escucharse. Solía reír y comentar “úlichen” (lindo) al oírse. Empero a veces estaba contrariada y decía “qué yippen” (qué feo) y aunque a mi no me parecía tal, se empeñaba en que volviéramos a grabar el mismo canto, esperando cantarlo mejor”.

Un saludo Mingo!
Hernán (Bs. As.)